La próxima vez que le digan "maquiavélico" sonría y diga gracias. Porque el malo de la película, el que sostenía que "el fin justifica los medios" y admiraba a los Borgia, está de vuelta al comenzar el siglo XXI. Sólo que esta vez convertido en una figura astuta pero encantadora, que explica mejor que nadie la nueva economía y los problemas de gobernar en un mundo globalizado.
"Con el fin de la Guerra Fría y el reemplazo de las ideologías políticas por encuestas y consejeros mediáticos, su concepción pragmática del poder poder es la última moda", aseguró recientemente The New York Times, que le dedicó una serie de notas para explicar la catarata de textos sobre sus consejos políticos, su vida y obra de reciente aparición.
Pero a la cabeza en las ventas -y ya agotado en las librerías argentinas- está "La sonrisa de Maquiavelo", la biografía escrita por el especialista de la Universidad de Princeton Maurizio Viroli, en la cual el filósofo florentino que se suponía "inspirado por el diablo" (incluso los ingleses llamaban Old Nick -Viejo Nick- al Príncipe de las Tinieblas en honor al pobre Nicolás) resulta ser un modelo de ciudadano participativo, fiel amigo, gran padre de familia y -sobre todo- buena persona.
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